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Sobrarbe cuidadora de las emociones
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¿Qué son las emociones y para qué sirven?
Las emociones han sido fundamentales en la evolución de nuestra especie, para adaptarnos al peligro, para relacionarnos y para sobrevivir. Se podría describir como un estado afectivo que experimentamos al que le acompañan cambios físicos y comportamentales. Se pueden sentir de forma innata o producirse por influencia de la experiencia.
Todas tienen la función de ser orientativas y adaptativas. Son los sensores de lo que nos sucede con nuestras relaciones y los acontecimientos que vivimos. Nos permiten adaptarnos al entorno, por ejemplo en las relaciones personales podemos ver en los demás las reacciones que tienen y también pueden ver las nuestras y con esta información interaccionamos.
Una emoción produce varios cambios en nuestro organismo: alteraciones psicológicas; activando redes neuronales en los campos de la atención y la memoria; alteraciones fisiológicas; realizando cambios en la expresión facial, los músculos, la voz, el sistema nervioso y el sistema hormonal; y alteraciones conductuales; haciendo que realicemos conductas determinadas respecto al entorno.
Las personas tenemos la capacidad de expresarnos emocionalmente, pero también de disminuir, modificar, disimular o exagerar esa expresión. También tenemos la capacidad de interpretar, y llegar a reproducir las emociones, como hacen las personas que trabajan en el mundo de actoral.
La interpretación de las emociones no es la misma para todas las personas. Entre un suceso y lo que se siente existen variables que influyen, como la cultura, la sociedad, la religión en la que crecimos y nos desarrollamos, el núcleo familiar en el que hayamos sido educados, el tipo de experiencias por las que hayamos pasado, las expectativas que nos generamos o la atribución que hagamos del origen de nuestros conflictos. Por eso mismo, el sentir de cada
uno es algo tan subjetivo que debemos entender que no todos reaccionamos de la misma forma a las experiencias.
La dificultad no está en el sentir en sí, si no el juicio negativo que hayamos podido construir acerca de un suceso, porque no pudimos elaborarlo bien, por falta de herramientas, por no poder expresar lo que sentíamos, o por no haber podido comprender lo sucedido.
Las emociones son patológicas cuando su duración es excesiva, conllevan reacciones extremas, cuando afectan a nuestro carácter, dominan nuestra vida o monopolizan lo que sentimos. Su naturaleza está hecha para ser expresada, es energía que necesita ser transformada. Cuando no dejamos que esta energía se exprese, lo que sucede es que de igual manera encuentra salida, pero alargándose en el tiempo, desbordándonos cuando pasamos momentos de
cambio o estrés, otras veces también bloquean acciones para el cambio.
Un buen uso implicaría identificar con precisión lo que sentimos en determinados momentos, para ser capaces de darnos cuenta de lo que nos sucede y luego valorar el poder expresarlo o autorregularnos. Nuestra responsabilidad es reconocer que las emociones aparecen por causas determinadas o necesidades, y poder decidir diferentes estrategias que nos ayuden a canalizarlas y actuar en consonancia.
Anímate a permitirte experimentar qué sientes, para poder conectarte y redefinir aspectos de ti mismo y de tu entorno
